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viernes, 31 de agosto de 2018

En 15 años Chile podría perder las abejas o convertirse en su último refugio

En 15 años Chile podría perder las abejas o convertirse en su último refugio





El síndrome de desaparición de las colmenas tiene preocupados a los científicos y productores de todo el mundo. En el país también se da, pero, según los expertos en forma acotada. De acuerdo a Claudia Carbonell, si bien cada año se pierde entre un 8% y un 10% de colmenares debido al paso del invierno. "Sin embargo, esta situación se ha ido incrementando por el efecto conjunto de enfermedades y problemas nutricionales, lo que constituye una preocupación sectorial", comenta. Y agrega que, aún así, las pérdidas distan mucho de alcanzar los niveles que existen en el hemisferio norte.
Además de los problemas sanitarios y nutricionales, así como a la pérdida de vegetación por el avance de la urbanización y la deforestación, en el sector se sostiene que una causa externa es la mala aplicación de plaguicidas. Boris Deslahovich menciona que en Chile no se respetan las normas de aplicación de agroquímicos cuando las abejas están cumpliendo su labor de polinización.
"La mortandad debido a las aplicaciones de agroquímicos afecta mayoritariamente a las abejas adultas, que son las encargadas de abastecer de alimentos a la colonia, produciéndose así un colapso en la organización social de la colonia", comenta Deslahovich.


La población de estos insectos disminuye un 8% cada año, lo que pone en riesgo su futuro. Pero por sus condiciones geográficas, Chile podría representar su última oportunidad para subsistir.


SANTIAGO.- Las abejas podrían desaparecer de Chile en sólo quince años, pero el país también podría convertirse en el último refugio de estos laboriosos y benéficos insectos, según dijeron a Efe los expertos de la ONG "Plan Bee". La población de abejas disminuye un 8% cada año, lo que proyectado a quince años se convertirá en un serio peligro de extinción para la especie, advierte Paula Pedreros, cofundadora de la organización. La paradoja es que Chile, debido a sus condiciones geográficas y recursos hídricos, también podría convertirse en el último refugio de las abejas, cuya existencia está amenazada por igual en todo el mundo, debido a factores que resultan comunes en los cuatro puntos cardinales. "La sequía, deforestación, el uso de pesticidas, las antenas de la telefonía celular, torres de alta tensión, cultivos transgénicos y la invasión de especies invasoras, como las avispas africanas llamadas 'chaquetas amarillas' en Chile", enumeró Paula Pedreros.  "Es fundamental darse cuenta de que nuestra existencia como seres humanos depende de la vida de las abejas, ellas son ahora el principal indicador de que nuestro planeta está agonizando", subrayó. Tras analizar más de 52.000 colmenas en dos años en las regiones de Coquimbo y Valparaíso, los profesionales de Rejipro, una empresa chilena dedicada a la extracción de propóleos, se percataron de que era necesario crear un "plan B" para trabajar por la concienciación de la sociedad sobre la conservación de las abejas. La forma de contrarrestar estas adversidades comienza, según Pedreros, "por pedir a los habitantes de Chile que planten flores, para poder recuperar y mantener la población de abejas".  Hay que tener presente "que este proyecto ayudará a descontaminar la tierra" remarcó la experta. Plan Bee ha emprendido también una amplia campaña en los colegios, enseñando a los jóvenes la importancia de la abeja en la vida diaria y promoviendo la instalación de colmenas urbanas en Santiago. "Estamos creando espacios para la biodiversidad, ya tenemos la primera reserva de abejas en Los Molles  (300 kilómetros al norte de Santiago) y esperamos de aquí a fin de año tener al menos dos más", explicó Pedreros. Sin embargo, desde la ONG reclaman "medidas del gobierno para evitar la desaparición de las abejas", razón por la cual han escrito cartas a los ministros Carlos Furche (Agricultura) y Pablo Badenier (Medio Ambiente) denunciando la utilización de plaguicidas neonicotinoides en los cultivos.  Tales sustancias, "están perjudicando gravemente la población de abejas, de otros insectos polinizadores y de aves silvestres", protestó Paula Pedreros. La desaparición de las abejas supondría además la pérdida de miles de empleos que dependen directamente del trabajo de estos insectos, especialmente en el ámbito rural. Asimismo, provocaría una drástica disminución de los ingresos del sector frutícola y transformaría la cadena alimentaria tal y como la conocemos, razones suficientes para pasar a la acción y evitar que se extingan en los próximos 15 años, concluyó la experta.

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