En la escala de una abeja, las flores del campo están muy
separadas entre sí, y si se va de una a otra sin seguir un cierto orden, el
gasto energético es tan grande que puede no compensarse con la energía que
obtienen del néctar recolectado. Sin embargo, las abejas son capaces de
encontrar la ruta más eficiente para aprovechar sus salidas del nido, según
revela un estudio publicado en la revista PLos Biology, el primero que
demuestra en condiciones naturales la capacidad de orientación y memoria de las
abejas.
Los investigadores, de la Universidad Queen Mary de Londres,
crearon cinco flores artificiales equipadas con sensores de movimiento e
impregnadas con gotas de sacarosa y las colocaron en un campo de un kilómetro
de diámetro. "Mediante modelos matemáticos, diseccionamos el proceso de
aprendizaje de los abejorros e se identificó cómo se puede descifrar esta
solución óptima sin un mapa. Inicialmente, las rutas eran largas y complejas, y
los insectos volvían a visitar flores vacías varias veces", ha explicado Mathieu
Lihoreau, uno de los investigadores. "A medida que ganaban experiencia,
los abejorros iban refinando sus rutas a través del ensayo y error".
Además, el estudio ha probado también la capacidad de
memoria de estos animales: "al quitar una flor, los insectos continuaban
buscando en ese lugar. Así, parece que las abejas no olvidan fácilmente una
flor fructífera", ha señalado Lars Chittka, también autor del trabajo. Por
otro lado, las grabaciones mostraron que cada insecto tenía un destino y una ruta
favoritos.
El estudio puede ayudar a proteger a estos animales.
"Comportamientos aparentemente complejos pueden ser descritos por reglas
relativamente simples que se pueden describir matemáticamente", ha
indicado Chris Rawlings, participante en el estudio. "Esto significa que
ahora podemos usar las matemáticas para saber cuándo el comportamiento de las
abejas puede verse afectado por su entorno y para evaluar, por ejemplo, el
impacto de los cambios en el paisaje".