Hoy, por fin, hemos visto los frutos del trabajo de tantos años pidiendo la prohibición de los neonicotinoides, esos pesticidas que tanto daño están haciendo a los polinizadores, como las abejas. Los insecticidas neonicotinoides son los más vendidos en el mundo y está demostrada su peligrosidad. Felicidad inmesa esta victoria para el medio ambiente porque además el Gobierno español ha votado a favor de la prohibición de los neonicotinoides. Así que hoy es un día de celebración, pero la mayor victoria es para las abejas, las demás especies, el planeta y las generaciones futuras.
16 países han respaldado hoy las propuestas de la Comisión Europea para prohibir todos los usos al aire libre de tres insecticidas neonicotinoides. Sólo cuatro países se han opuesto y ocho se han abstenido. Por lo que se ha alcanzado la mayoría necesaria para que se lleve a cabo la prohibición.
Lamentablemente no se puede decir “se acabó”, pero los ecologistas somos grandes corredores de maratones y esta carrera no ha llegado al final. Las propuestas aprobadas hoy siguen permitiendo el uso en invernaderos permanentes, pero no en cualquier invernadero. Este uso se permitirá pese a que la evidencia científica muestra que los neonicotinoides se filtran en el suelo alrededor de los invernaderos, contaminando los cursos de agua y amenazando a las abejas y otras especies.
Por otro lado, no podemos seguir con la misma dinámica impuesta por un modelo de agricultura totalmente dependiente de los plaguicidas químicos. Un modelo agotado y que nos está dejando una pesada herencia. Tampoco podemos sustituir un veneno por otro veneno. Los tres neonicotinoides son solo la punta del iceberg: hay muchos más plaguicidas, incluidos otros neonicotinoides, que son igual de peligrosos para las abejas, la producción de alimentos y los ecosistemas. Los gobiernos deben prohibir todos los plaguicidas dañinos para las abejas, romper con la dependencia de los plaguicidas químicos en la agricultura y trabajar en las verdaderas soluciones para los agricultores y agricultoras que provienen de la agroecología. Y, muy importante, no se pueden aplicar dobles raseros: los plaguicidas prohibidos en Europa por su peligrosidad deben ser prohibidos en todo el mundo.
Pero hoy es un día de celebración y de agradecimiento. Agradecimiento a todas aquellas organizaciones y personas que nos apoyan cada día (casi 470.000 han firmado nuestra petición para salvar a las abejas) y que, aunque solo con un granito de polen, han hecho posible este momento. Especial agradecimiento también a todos los apicultores y apicultoras que cuidan a sus abejas, porque precisamente fueron ellos los primeros en alzar la voz, hace más de dos décadas, contra estos peligrosos insecticidas. ¡Muchas gracias!
Aún estamos a tiempo de salvar a las abejas y el planeta, pero tenemos que ser más rápidos y eficaces. Y si todas las personas remamos sincronizadas y en el mismo sentido… todo será más fácil.