Nosema, el asesino silencioso de las abejas
Introducción
La nosemosis es una de las enfermedades “clásicas” de las abejas, identificada y conocida desde hace más de un siglo.
En 1857, Donhöff, estudiando unas abejas para tratar de encontrar la posible causa de su muerte, visualizó unos esporos ovalados en su intestino. Determinó que eran hongos denominó a la patología “enfermedad fúngica”.
Más tarde, fue el alemán Zander en 1909 quien identificó oficialmente por primera vez su agente causal y le puso el nombre de Nosema apis, y a la enfermedad que causaba la llamó Nosemosis.
Posteriormente, G.F. White, especialista en enfermedades de los insectos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, realizó numerosos y extensos estudios sobre la enfermedad, publicando los resultados obtenidos en diferentes documentos.
Algunos de estos documentos se han convertido en verdaderos clásicos de la historia de las patología de las abejas.
¿Qué es la Nosemosis?
La Nosemosis de las abejas es una enfermedad que ya ha sido tratada con anterioridad en este blog. Puedes leer el artículo de Joshua para conocer los aspectos básicos de la misma.
Uno de los hechos más importantes a tener en cuenta es que no se consideraba una enfermedad de importancia para el apicultor.
Según los estudios de White, tan sólo producía la muerte de algunas colmenas del colmenar. No se la podía hacer responsable de pérdidas masiva de colmenas, como sí ocurría por aquél entonces en Estados Unidos con la Loque.
Con posterioridad, y ya en nuestros años, los numerosos estudios realizados y un mejor conocimiento de la enfermedad han venido a concluir más o menos lo mismo.
Y así han estado las cosas hasta los años 2004-2005, momento en que aparece en escena el Síndrome de Despoblamiento de las Colmenas (CCD o Colony Collapse Disorder en sus siglas y denominación en inglés)
Nosemosis y Síndrome de Despoblamiento
Con la aparición del Síndrome de Despoblamiento, la comunidad científica a nivel mundial empieza a estudiar a las abejas y sus enfermedades como nunca antes se había hecho.
No solo se buscan enfermedades nuevas sino que se revisan y se vuelven a estudiar las conocidas desde hace muchos años. También la Nosemosis.
Un equipo de investigadores españoles, liderado por Mariano Higes, del Laboratorio de Patología de las Abejas, del Centro de Investigación Apícola y Agroambiental de Marchamalo (Guadalajara, España), empieza a estudiar en profundidad la nosemosis.
En su trabajo, encuentran que el causante de la Nosemosis de las abejas en esos momentos no es el mismo que encontrara Zander en 1909, Nosema apis, sino Nosema ceranae.
Nosema ceranae ya se conocía con anterioridad. Había sido descrito por primera vez por Fries en 1996, pero no en Europa. Fries lo había encontrado en Apis cerana, la abeja asiática, de ahí su nombre de ceranae.
Y hasta que el equipo de Marchamalo lo encontrara en nuestras abejas, se consideraba que no existía en ellas, que era el causante de la nosemosis en Apis cerana, la abeja asiática, pero no en Apis mellifera, la europea.
Actualmente, la mayoría (casi el 100 %) de los casos de nosemosis que analizamos en el laboratorio son causados por nosema cearane, no quedando apenas rastro de nosema apis, que parece haber “desaparecido”, arrollado por la nueva colonización de nuestras abejas por nosema ceranae.
Nosemosis tipo C, una “nueva” enfermedad
Ante este panorama, podemos decir que nos encontramos ante una enfermedad diferente, una “nueva nosemosis” causada ahora por nosema ceranae y no por nosema apis.
Para diferenciarla de la nosemosis tradicional causada por nosema apis se la ha llamado Nosemosis tipo C.
Esta “nueva nosemosis” presenta también un cuadro clínico diferente, con distinta sintomatología y epidemiología, y es muy importante que esto lo conozca y lo sepa el apicultor.
Tradicionalmente se ha relacionado la nosemosis con presencia de diarrea, pero es muy importante hacer notar dos cosas:
- Ver diarrea en las abejas no significa que tengan nosemosis: la diarrea puede estar causada por varios motivos, no solo nosema.
- La “nueva nosemosis”, Nosemosis tipo C, no provoca diarrea.
Esto debe hacer cambiar el chip al apicultor, que espera ver diarrea para pensar que tiene nosemosis, y si no la ve pues piensa que no hay problema con nosema.
La Nosemosis tipo C es prácticamente asintomática e invisible a los ojos del apicultor, que se da cuenta de que sus colmenas tienen un problema cuando ve que han perdido mucha población.
Este, la pérdida de población, es el principal resultado de la infección, y solo es observable, como es lógico, cuando ya se ha producido mucha pérdida de abejas.
En sus inicios, cuando la colmena empieza a despoblarse porque el nivel de infección es alto, el apicultor no se da cuenta de nada.
¿En qué se diferencia de la antigua nosemosis?
La nosemosis clásica, producida por nosema apis, se presentaba típicamente de forma estacional y acompañada de diarrea como signo evidente, además de una ligera pérdida de población que no acababa con la colmena pero que reducía la producción de miel.
También había otros síntomas pero no tan claros, específicos y descriptivos como la diarrea.
En invierno, la enfermedad permanecía latente en la colonia y se activaba luego en primavera, provocando diarrea y una ligera despoblación de abejas que podía provocar por ello una bajada de los rendimientos de miel, y luego en verano se volvía a parar.
Esta parada veraniega provocaba una reducción de la tasa de infección en las abejas, permitiendo a la colmena recuperar las abejas muertas y llegar al otoño en buenas condiciones, de forma que la vida de la colonia no peligraba.
Pero esto no es así en la Nosemosis tipo C causada por nosema ceranae. Cuando llega el verano, las altas temperaturas no parecen afectarle y no para, continúan elevándose los niveles de infección y siguen muriendo abejas adultas.
Esto hace que la despoblación de la colmena se produzca de manera continua hasta llegar al otoño, sin pausa, lo cual deja a las colmenas en una situación más comprometida para poder afrontar el invierno.
¿Cómo se produce este despoblamiento de la colmena?
Nosema ceranae afecta a las abejas adultas, las pecoreadoreas. En ellas acorta la esperanza de vida y reduce su capacidad de orientación para volver a la colmena.
Esto provoca una pérdida constante de población adulta. La colonia, con cada vez menos pecoreadoras, trata de compensarlo haciendo que las nodrizas salgan a pecorear antes de lo que les corresponde por edad y desarrollo fisiológico.
Lo hacen antes de estar maduras fisiológicamente para hacer ese trabajo, pero salen y lo hacen.
La muerte de abejas adultas y el paso prematuro de las nodrizas a pecoreadoreas deja a la colmena con un desequilibrio poblacional importante:
- Pocas abejas pecoreadoras
- Pocas abejas nodrizas sobre la cría
Este desequilibrio puede observarse en primavera en colmenas afectadas. Se observan cuadros de cría abundante pero pocas abejas sobre ella. Da el aspecto y la sensación de una colmena que ha enjambrado, cuando en realidad no lo ha hecho.
Las consecuencias finales pueden ser la pérdida de la colmena o, en el mejor de los casos, una reducción en la cosecha de miel.
¿Cómo afecta nosema ceranae a la reina y los zánganos?
La nosemosis ha sido considerada siempre como una enfermedad de las obreras adultas.
Sin embargo, estudios recientes sobre la nosemosis han mostrado que tanto reinas como zánganos pueden infectarse y verse afectados.
En las reinas pueden infectarse durante la fase de larva a través de la alimentación provocando en ellas posteriormente:
- fisiología aberrante
- lesiones digestivas similares a las de las abejas adultas
- sustitución de las reinas infectadas por parte de las abejas de la colonia
- cambios en la producción de feromonas
- retrasos en el inicio de la puesta tras la fecundación
- degeneración de los oocitos del aparato reproductor que pueden provocar infertilidad
En los zánganos la enfermedad provoca:
- reducción de la fertilidad
- disminución de su tiempo de vida
- contaminación del esperma con esporos de nosema, que puede ser transmitido a las reinas durante la cópula
¿Qué puedes hacer como apicultor?
Como hemos visto, la enfermedad no presenta en sus inicios ningún signo o síntoma que pueda alertar al apicultor.
El primer momento en el que el apicultor empieza a sospechar algo o a ver problemas en sus colmenas se produce cuando observa la despoblación de la colonia.
Y en ese momento la colmena está así porque el proceso se encuentra en un estado avanzado y la recuperación de la colonia puede ser difícil, especialmente si nos encontramos en otoño avanzado.
¿Y qué pude hacer el apicultor para evitar esto? ¿Tratamientos preventivos y rutinarios? ¡No! Pueden ser una pérdida de tiempo y dinero si no son necesarios.
Es imprescindible un diagnóstico precoz, antes de que se observen síntomas de despoblamiento evidentes.
Diagnóstico
El diagnóstico precoz y preventivo de la Nosemosis tipo C debería incluirse en el programa sanitario de cualquier explotación apícola.
Con varroa regularmente evaluamos los niveles de infestación, pues igual puede hacerse con nosema.
La gravedad de una infestación por varroa depende del número de varroas que encontremos, y actuamos con un tratamiento cuando encontramos un número elevado o vemos que empieza a subir la tasa de infestación. Atajamos el problema antes de que se nos vaya de las manos.
Lo mismo puede aplicarse a nosema. La gravedad de la infestación depende de la cantidad de esporos que encontremos en una muestra. Podemos monitorizar las colmenas tomando muestras periódicas para comprobar si existe nosema o no y si los niveles empiezan a subir de forma preocupante para actuar entonces.
Así se podría actuar antes de que observemos signos de falta de población en las colonias, momento en el cuál puede ser ya difícil recuperar la colmena.
Para eso es importante aprender a diagnosticar y medir nosema igual que hacemos con varroa. No es complicado, y está al alcance del apicultor o en su defecto las asociaciones de apicultores con un proceso adecuado de aprendizaje y una mínima inversión en un microscopio sencillo.
Si no se disponen de medios, las muestras pueden enviarse a un laboratorio especializado, pero dado los costes y la frecuencia, es más interesante y merece la pena aprender a realizarlo uno mismo.
Tratamiento
Encontrar esporos de nosema en una muestra no quiere decir que haya que realizar un tratamiento. Depende del número de colmenas afectadas y los niveles de infección que se observen (número de esporos en las muestras). En base a esto se toma la decisión.
Tradicionalmente, la nosemosis se ha tratado con el antibiótico denominado fumagilina. En España, durante los primeros años del Síndrome de Despoblamiento, se realizó una autorización especial del mismo por la Agencia Española del Medicamento, dada la gravedad de la situación.
Muchos apicultores tratamos a nuestras abejas con fumagilina en ese momento, pero actualmente el medicamento está prohibido debido a que se cree que puede ser perjudicial para el ser humano en caso de llegar a la miel.
La falta de un medicamento eficaz y autorizado es un verdadero problema para el control de la nosemosis
¿Qué hacemos entonces?
Ante esto, se han desarrollado algunas alternativas “naturales” de tratamiento. Se trata de productos que no son medicamentos en sí mismos (desde el punto de vista legal), pero que incluyen componentes que se han mostrado eficaces frente a nosema.
No todos estos productos cuentan con el respaldo de estudios científicos que avalen su eficacia.
Uno de ellos es Nozevit, que sí ha sido estudiado y probado científicamente con cierto éxito (1).
Es menos eficaz que la fumagilina pero, en ausencia de otros productos, puede ser una buena forma de reducir el número de esporos en las abejas. Con ello se consigue reducir el nivel de infección y los efectos negativos sobre la colonia de forma que, al menos, logremos evitar que el descenso poblacional sea tan grande que la colonia acabe colapsándose y muriendo.
CONCLUSIÓN
La nosemosis a la que los apicultores nos enfrentamos en la actualidad es diferente a la que conocíamos.
La ausencia de diarrea puede inducirnos a pensar que nuestras abejas no tienen problemas con esta enfermedad, pero es posible que no sea así y que nosema ceranae vaya minando, de forma silenciosa, sin ningún síntoma aparente, la salud de nuestras abejas, y que cuando queramos darnos cuenta el pérdida de abejas sea tan grande que la colmena sea irrecuperable.
Para evitarlo debemos hacer evaluaciones periódicas de las presencia o ausencia de nosema en nuestras colmenas y de los niveles que alcanza en caso de encontrarlo.
Si es necesario, un tratamiento a tiempo puede salvar la colmena.
REFERENCIAS
(1) Higes, Mariano, et al. “Preliminary effect of an experimental treatment with “Nozevit®”,(a phyto-pharmacological preparation) for Nosema ceranae control.” Journal of Apicultural Research 53.4 (2014): 472-474.
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