¿Qué es la Cera de Abejas?
La cera es una grasa, sólida a temperatura ambiente. La producen las abejas en una serie de 4 pares de glándulas, que tienen las obreras en la parte ventral del abdomen (foto 1). Estas glándulas tienen su funcionamiento óptimo cuando la abeja tiene entre unos 15 y 30 días, y precisan, para ser productivas, de un buen aporte de azúcares, de algunos elementos catalizadores que se encuentran en el polen, y de una masa de abejas y una temperatura exterior que les permita, agrupándose, alcanzar en el punto de trabajo los 40º C, temperatura a la que la cera es moldeable, y sale en forma de escamas de entre los anillos abdominales de las obreras. Las abejas cogen estas escamas con sus mandíbulas, y, con una secreción de estas, las pegan unas con otras, como hacemos nosotros con los ladrillos para levantar paredes, y así levantan las paredes de sus celdillas. Para ello las abejas se agrupan y forman “pelotas”, o “racimos”, en los que consiguen esos 40º C de temperatura quemando azúcares y tiritando.
¿Cómo se produce la cera?
Por tanto, para que una colmena produzca cera hará falta:
- Un suministro de azúcares, floración o alimentación
- Un suministro de polen, floración o alimentación
- Una masa crítica de abejas y una cierta temperatura externa, que les permita alcanzar en las zonas de trabajo de cera los 40º C. Si la temperatura externa es demasiado baja, el “escalón térmico” hasta los 40º C puede impedir la fabricación de cera.
Por eso las abejas necesitan consumir de 4 a 12 kg de miel para fabricar 1kg cera, dependiendo de la temperatura exterior y del número de abejas en la colmena.
Sobre el tipo de celdillas y su tamaño
Los patrones de construcción de las celdillas pueden ser diferentes (imagen 1); como siempre, la naturaleza juega a la variación para tener más posibilidades de éxito.
También de manera natural, los diámetros de las celdillas son ligeramente diferentes según la zona climática (imagen 2).
Las máquinas de estampar láminas están estandarizadas a 5,3-5,4 mm para las razas de abeja europeas, aunque las hay también que estampan en menor tamaño, para abejas africanas, de 4,8-4,9 mm, y de mayor tamaño 5,6 mm, para hacer láminas de cría de zánganos. Hay un mito de que la celda pequeña, de 4,9 mm, impide la reproducción de varroa y ayuda a controlarla, pero los trabajos científicos que se han realizado en abeja europea para verificarlo no lo han demostrado, al contrario, los resultados han sido que, al ser la celda más pequeña, la colmena tiene más celdillas por unidad de superficie, cría más, tiene algo más de abejas… y más varroa. La abeja africanizada controla varroa por otros mecanismos: su ciclo de operculado es algo más corto, y es extraordinariamente limpiadora, con lo que se crían menos varroas en las celdillas, y, a la que las abejas ven una, la muerden y mutilan o matan.
El recambio de la cera
Cuando ponemos en un cuadro Layens una lámina de cera estampada, que suele tener unos 100 g de cera, las abejas la “estiran”, roen una parte de la lámina y usan esa cera para iniciar el levantamiento de las paredes de las celdillas (foto 2). Y, para acabar el panal, necesitan añadir otros 100 g de cera. Cada panal, pues, tiene un 50% de cera vieja, de la lámina, y otro 50% de cera nueva, recién producida.
Cuando se retira un panal, al cabo de 3 ó 4 años, puede pesar unos 400 g, debido a la incorporación de los capullos de la cría, y al polen que pueda contener. Habrá oscurecido, y las paredes de sus celdillas se habrán engrosado, disminuyendo el volumen útil, y acumulando esporas de los microorganismos que pululan por la colmena, y de los residuos de los acaricidas químicos que aplicamos contra varroa.
El procesado normal de la cera no elimina todas las esporas de microoganismos, tan solo algunas; las de loque americana, por ejemplo, aguantan hasta 125ºC x 20 minutos. Y tampoco elimina ninguna de las moléculas de residuos de los tratamientos químicos contra varroa. Solo algunas pocas cererías hacen procesos de filtrados especiales que sí retienen una parte considerable de esos residuos de acaricidas.
Por eso es conveniente programar un recambio de panales. Para ello se deben introducir láminas de cera en la época, cuando las colmenas comienzan a poner pegotes de cera nueva en la parte superior y los cabezales de los cuadros, cuando “blanquean”.
Lo ideal es sustituir cada año el 20-30% de los panales de la cámara de cría. Las láminas de cera nueva se colocarán preferentemente en el extremo más caliente de la cámara de cría, y los panales viejos, de irán desplazando hacia los costados, sin abandonar la cámara de cría si la tienen, hasta conseguir ubicarlos en los extremos; de allá podremos sacarlos cuando tengan miel y no devolverlos ya a las colmenas. Solo cuando haya seguridad de que no va a haber bajadas bruscas de las temperaturas ambientales, diurnas o nocturnas, podremos poner las láminas en medio de la cámara de cría.
Los panales de las alzas no envejecen tanto, porque no se cría en ellos ni se aplican tratamientos contra varroa. Es un hecho, la cera de la cámara de cría va envejeciendo dentro de la colmena, con el tiempo gana en esporas de las enfermedades de la cría, y en los residuos de los acaricidas de los tratamientos que damos a la colmena. Hay que recordar que la mayoría de los acaricidas son liposolubles, es decir solubles en grasa, y la cera es una grasa.
La cera, además, cuando no está defendida por las abejas, puede ser atacada por las polillas de la cera; la grande, Galleria melonella, y la pequeña, Anchroia grisella. En realidad, las larvas de estas polillas no comen cera, sino las proteínas que la acompañan; por eso solo atacan a los panales que tienen polen, o a los más oscuros, que tienen capullos de haber criado abejas, ya que están hechos de una proteína parecida a la de la seda. En los panales nuevos, de miel, o en las láminas, las polillas no prosperan.
Calidad de la cera
Pero la cera no solo se deteriora con el tiempo, también puede dañarla un mal manejo en su preparación y su uso. Las temperaturas superiores a 90ª, las condiciones y el tiempo de almacenamiento, el enmohecimiento de los cuadros… disminuyen su calidad y posterior aceptación por las abejas.
Aunque no hay una definición legal de lo que es cera de abejas, sí hay muchos trabajos sobre su composición, que permiten fijar parámetros que ha de cumplir para ser considerada como tal.
Los más importantes para la de nuestra abeja, Apis mellifera iberiensis, son:
- Punto de fusión: 63 a 65 º C
- Índice de saponificación (cantidad de sosa con la que 1 g se convierte en jabón): 89 a 140 mg. KOH/g.
- Índice de acidez: 17 a 24 mg. KOH/g.
- Ratio ésteres/ácidos: 3,0 a 4,3.
- Índice de peróxidos: máx. 0,25 meq O2/Kg.
- Hidrocarburos C21 a C41: 12,8 a 17 % (diferencias con ceras asiáticas)
- Monoésteres C40 a C54: 22,6 a 57 %
- Ácidos. grasos C14 a C36: 7,5 a 15,3 %
- Alcoholes monohídricos C28 a C32: 0,8 a 1,4 %
La mezcla de cera de abejas con otras grasas puede hacer variar el punto de fusión, o la proporción de hidrocarburos o de ácidos grasos. Si la cera es vieja, o está enmohecida, o mal conservada, puede variar su aroma, su acidez, su nivel de peróxidos… Estas alteraciones pueden influir sensiblemente en la aceptación por las abejas, llegando hasta extremos de rechazarlas totalmente y fabricar “sobrepanales” (foto 3).
Evidentemente en el mercado hay ceras de abeja adulteradas con diferentes proporciones de otras grasas más baratas, fundamentalmente ceras microcristalinas, ceras vegetales, estearinas, parafinas…
Lamentablemente no hay un procedimiento “casero” para averiguar su calidad con certeza, es preciso analizar los parámetros citados para llegar a una conclusión clara. Pueden detectarse en campo algunas de esas adulteraciones porque las abejas suelen rechazarlas, haciendo “sobrepanales” en la superficie de las láminas, y, en algunos casos, por una mortandad excesiva de la cría operculada (por estearinas).
Efecto sobre la salud de las abejas
Una alta mortandad de cría operculada puede ser también un indicador de alto nivel de residuos de acaricidas en las ceras. Estos residuos quedan en la cera después de los tratamientos, y de ellas pueden pasar al polen almacenado en las celdillas (que puede tener hasta un 8% de grasas). Cuanto más tiempo pase el polen en celdillas de cera con residuos, más residuos de acaricidas pasarán a este. Un periodo de más de 2 meses de almacenamiento del polen en celdillas de cera con niveles medios de residuos de acaricidas ya es peligroso para la salud de las abejas.
Cuando las abejas coman ese polen contaminado, o lo den a comer a las larvas, pueden tener intoxicaciones subletales, que provoquen un mal funcionamiento de su sistema inmunitario, y las hagan más sensibles a cualquiera de los microorganismos cuyas esporas pululan por todas las colmenas. Esto provocará una mortandad de larvas, visible sobre todo en la cría operculada (foto 3), y el nacimiento de abejas con un periodo de vida más corto y menos ritmo de actividad, lo que conduce a una pérdida de la capacidad productiva de la colmena, y, en algunos casos, si el nivel de residuos es alto (mayor de 100 ppb), o si se juntan otros factores negativos (invernada, malnutrición, nosema, varroa…) a su pérdida.
Foto 3.- Baja supervivencia de cría operculada.
Buenas Prácticas
Como buenas prácticas a seguir respecto a la cera pueden considerarse:
- Renovar anualmente al menos el 20-30% de los panales de la zona de cría
- El uso de láminas de cera con bajo nivel de acaricidas (por encima de 100 ppb el riesgo de pérdida de la colmena se triplica)
- verificado por análisis
- por compra de ceras especialmente filtradas para disminuirlos
- o usar láminas procedentes de cera de alzas de miel (que tienen 3 veces menos residuos que la cera de los panales de cría)
- o estampar la propia cera, con niveles conocidos de residuos
- un aporte de floraciones con pólenes nuevos, de varias clases, al menos cada 3 meses
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