Las abejas melíferas
aprenden a evitar el néctar con toxinas
Los apicultores saben desde hace tiempo que las abejas
melíferas pueden ser sensibles a algunas toxinas naturales de las plantas.
Ahora científicos del «Laboratorio de la Abeja Melífera» de la Universidad de
Newcastle (Reino Unido) han mostrado por vez primera que la serotonin...
Los apicultores saben desde hace
tiempo que las abejas melíferas pueden ser sensibles a algunas toxinas
naturales de las plantas. Ahora científicos del «Laboratorio de la Abeja
Melífera» de la Universidad de Newcastle (Reino Unido) han mostrado por vez
primera que la serotonina, un agente neuroquímico, influye en la forma en la
que las abejas aprenden a evitar néctar con contenido de toxinas.
El estudio, publicado en la revista
Current Biology, muestra que cuando las abejas consumen fortuitamente néctar
que les resulta perjudicial, en adelante evitan el olor de estas flores
tóxicas. La Dra. Jeri Wright, directora del Laboratorio de la Abeja Melífera,
indicó que saber cómo aprenden las abejas melíferas a detectar estas toxinas
podría ayudarnos a criar plantas que no las produzcan y, al mismo tiempo,
proteger a estos insectos.
Las colonias de abejas siempre han
mostrado vulnerabilidad ante diversas enfermedades debido a que se desarrollan
en un hábitat de gran densidad de población en el que las infecciones se
propagan con rapidez. No obstante, las amenazas que sufren han aumentado en los
últimos años. Los insectos diminutos que se alimentan de los líquidos
corporales de las abejas en la colmena están adquiriendo resistencia a las
sustancias químicas que se emplean para combatirlos.
Además, durante las labores de
polinización las abejas entran en contacto con distintos insecticidas,
fungicidas y herbicidas fitosanitarios. A pesar de que los científicos no
consideren los plaguicidas como la única amenaza, entienden que estas
sustancias químicas contribuyen en gran medida al declive general de las abejas
melíferas.
«Evitar las toxinas de los alimentos es
tan importante como obtener nutrientes», explica la Dra. Wright. «Lo que hemos
demostrado es que, al igual que los humanos, las abejas no sólo son capaces de
detectar toxinas, sino que también aprenden a evitar las flores cuyo néctar las
indispone tras su ingestión.»
Las abejas melíferas poseen la
capacidad singular de aprender a asociar información floral como el color y el
olor con recompensas alimenticias. La investigación realizada en el Laboratorio
de la Abeja Melífera ha revelado que saben reconocer el «néctar tóxico»
mediante el gusto o bien lo aprenden tras haberlo ingerido.
Esta última capacidad se pensaba que
era exclusiva de los vertebrados superiores. Se calcula que el cerebro de las
abejas melíferas contiene menos de un millón de neuronas, hecho que facilita
sobremanera las investigaciones científicas dedicadas a la forma en la que
aprenden en comparación con estudios similares en vertebrados superiores, cuyos
cerebros poseen mayor tamaño y complejidad.
La abejas melíferas no sólo se
dedican a la fabricación de miel. Además ejercen una labor mucho más
importante, al ser un agente esencial para la polinización de una gama amplia
de plantas. Sin las abejas la mayoría de la agricultura sería inviable, dato preocupante
en la actualidad dado el aumento repentino de la dificultad de alimentar a todo
el planeta.
La mayoría de la polinización de más
de noventa cultivos comerciales europeos la ejerce la Apis mellifera carnica,
la abeja melífera. En concreto, en 2007 se calculó que sólo en el Reino Unido
la polinización realizada por las abejas en un conjunto de tan sólo diez
cultivos, desde manzanos a la colza, tuvo un valor de 165 millones de libras
esterlinas (195 millones de euros).
«El problema radica en que [...] las
abejas podrían alimentarse de "néctar tóxico" al no tener mucho más
donde elegir, como puede ser el caso de una plantación de frutales de gran
tamaño a la que hayan sido transportadas para que realicen su polinización»,
aclara la Dra. Wright. «Esta circunstancia podría ser crucial en un momento
como el actual en el que las poblaciones son ya vulnerables y están sometidas a
presión. No tiene ningún sentido que las plantas envenenen a los polinizadores
de los que depende su supervivencia. Puede que las toxinas estén ahí para
impedir que las hormigas roben el néctar, pero no lo sabemos», añade.
«Lo que sí sabemos es que existen
varias especies de plantas en el Reino Unido que producen néctar con toxinas,
pero si no hay mucho donde elegir en los alrededores las abejas no tienen más
remedio que alimentarse de estas plantas. Esto podría tener un efecto
importante en la abejas del Reino Unido y es necesario corroborarlo para
protegerlas según convenga.»
Por consiguiente, los investigadores
del Laboratorio de la Abeja Melífera se disponen a determinar la forma en la
que el consumo de «néctar tóxico» influye en la salud de una colonia en
entornos agrícolas.
En el estudio participaron también
investigadores de Francia y Estados Unidos.
Fuente: Universidad de Newcastle, Honeybee Lab, Current
Biology Journal
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