La Apicultura no es una ciencia cierta, ni un “sprint” hacia el éxito, es un arte cuya realización requiere atención, cuidado y dedicación donde los conocimientos deben ser adquiridos paulatinamente: Correr no nos hará mejores apicultores. En este oficio se apremia a la constancia.
Desde el punto de vista económico, haciendo adecuadamente las cosas se puede vivir bien de ella. De hecho, es posible sostener que la apicultura es una de las pocas actividades ganaderas que permite la recuperación del capital invertido en el mismo ejercicio.
Con conocimientos básicos se puede empezar, aconsejándose siempre iniciarse con pocas colmenas. Cuatro es un buen número, pero nunca comiences con una sola: mínimo dos, pues siempre podrás asistir y apoyarlas entre sí en caso de debilidad. También es importante encontrar algún apicultor experimentado que pueda ayudarnos, pero cuidado, porque este mundo es muy cerrado y no todos están dispuestos a prestar ayuda. En España, por norma general guardamos con recelo las ubicaciones de nuestros colmenares, las técnicas de manejo, los conocimientos, los tratamientos que aplicamos…. y sobretodo predomina la figura del “apicultor continuista”: Es experto pero no innova porque ya lo sabe todo de su predecesor, posiblemente gran maestro pero carente de reciclajes.
En la actualidad, estamos en un punto de crecimiento en la apicultura donde se comparten novedosas técnicas de manejo, leyes matemáticas como la de Farrar , colmenas de doble reina, cría de reinas, abejas híbridas… Estancarse y tener una mentalidad retrógrada, nos va a suponer siempre más problemas que ventajas. Solo tenemos que salir fuera y observar los promedios y rendimientos que tienen las apiculturas más avanzadas del mundo (China, EEUU, Argentina, México,…) para darnos cuenta de ello.
Pero, en definitiva, el consejo con el que debemos partir es que en apicultura nadie tiene la verdad absoluta. Desconfiad de los consejos que no vengan respaldados por una razón: Siempre debe haber una explicación de por qué algo funciona. Además, tened en cuenta que lo que bien marcha en una floración de naranjo en clima Mediterráneo no tiene porque dar los mismos resultados en un brezo de Castilla y León, que lo que una Apis Melifera haga en España, no será igual en Groenlandia. Ahora podéis entender porque siempre decimos que la apicultura es local y personal.
En cuanto a la teoría, una explotación apícola es el conjunto de todas las colmenas, repartidas en uno o varios colmenares, de un mismo titular con independcia de su finalidad o emplazamiento. Y se dividen en:
– Profesional (>150 colmenas)
– No profesional (149-16 colmenas)
– Auto-consumo (<15 colmenas)
¿Pero si solo tengo 5 colmenas se considera una explotación? Sí, sería una explotación destinada al auto-consumo pero explotación en toda regla.
Además debes identificar tus colmenas con una marca indeleble (a fuego) el código de explotación asignado. Asimismo, debe advertirse, en sitio visible y próximo al colmenar, de la presencia de abejas a pocos metros de éste. Si se tiene la explotación en una finca cerrada, carecerá de obligación de identificación pero deben colocarse a 25 m del cerco. Si disponemos de cámaras de vigilancia, para su validez en un juicio es necesaria su advertencia previa en caso de sustracción.
Sobre la legislación apícola cada comunidad autónoma varia sus distancias y normas , lo aconsejable es informarse en la administración (Oficinas comarcales agrarias) donde pertenezca la explotación.
No busquéis demasiado apoyo en los señores/as que trabajan estas administraciones porque aparte de entregaros el libro de explotación ganadera y cobrar por el de trashumancia harán poco más por vosotros y con el tiempo os daréis cuenta de que no entienden de abejas: saben de números y de horarios laborales.
No es un camino de rosas, pero nadie nos dijo que la vida del apicultor era fácil y todos la vivimos, por eso desde aquí os animo a luchar por ser buenos apicultores, por plantarle cara a las adversidades y adentraros en esta fascinante pasión.
Continuará…
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