Las abejas en los cafetales.
El artículo que pueden ver a continuación ha sido extraído de la revista La Hacienda, editada en EEUU en mayo de 1924. Creo, que aún pasados muchos años desde su publicación, sigue manteniendo su máximo interés. Primero por la estupenda explicación de cómo se fecundan las flores del café, y segundo, por contribuir mediante un estudio de campo a la implantación de la apicultura dentro de los cafetales.
¡Que lo disfruten.!
Las abejas en los cafetales.
Para mejor comprender la relación que existe entre las abejas y las flores del cafeto, es necesario conocer algo de la estructura de estas flores y de las abejas. La flor del cafeto (véase el grabado) es hermafrodita; es decir, tiene órganos masculinos y órganos femeninos. Los órganos masculinos son las anteras (A), las cuales contienen granos de polen (P). Los órganos femeninos están en el pistilo (Pi), cuya punta esta adaptada para recibir los granos de polen y cuya base, el ovario, contiene los óvulos (O). Alrededor de la base del pistilo están los órganos (N), que segregan el néctar (Ne). Los granos de polen son tan pequeños como los de un polvo fino y cada flor de café produce millares aunque sólo necesita dos para fertilizar sus dos óvulos. El grano de polen (P), pegado a la punta del pistilo germina y envía un tubo (T) a través de los tejidos del pistilo hasta llegar a un óvulo. La polinización consiste en la fusión de parte de las substancias que bajan por el tubo con las substancias del óvulo. Por regla general, la polinización de las flores de una planta con el polen de otra planta de la misma especie (polinización cruzada) produce semillas de mayor vitalidad. Los agentes que distribuyen el polen son el viento, la lluvia y los insectos.
Los órganos bucales de la abeja forman una proboscis que le sirve para chupar néctar, y las patas tienen pelos que recogen el polen y peines que sujetan los granos polínicos. El néctar elaborado por la abeja se convierte en miel, y el polen es el alimento esencial para sus crías.
El cafeto provee de néctar sus flores tan pronto como el polen está maduro y lo deposita en el fondo de la corola de modo que, para alcanzarlo, la abeja tiene que rozarse con las anteras, cubriéndolas de polen. Tan pronto como el polen se ha desprendido de las anteras, cesa la secreción de néctar. Una abeja que encuentra néctar y polen en una flor, visita en seguida otra de la misma clase, y así, sin advertirlo, va efectuando la polinización cruzada. La blancura de la flor la hace resaltar sobre el verde del follaje y el perfume es un atractivo poderoso.
Las flores de muchas plantas dependen exclusivamente de los insectos para ser fecundadas, existiendo orquídeas cuyas flores han sido modificadas para recibir una clase de insectos solamente. En los invernáculos de Boston (E.U.A.), donde se cultivan pepinos para el mercado temprano, se hace necesario tener una colmena dentro del invernadero para efectuar la polinización cruzada, por que de otra manera no cuajaría un solo pepino. Las abejas no prosperan bajo estas condiciones; pero, aun así, resulta buen negocio sacrificar todos los años una colmena.
Los experimentos efectuados por Mr. A- J. Cook, profesor de entomología del Colegio de Agricultura de Michigan (E.U.A), demostraron que las abejas son necesarias para la producción de fruta. En los manzanos enjaulados para excluir las abejas sólo cuajaba el dos por ciento de las flores, mientras que en los no enjaulados cuajaba el veinte por ciento. E iguales o parecidos resultados se obtuvieron con otros árboles
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Personas interesadas en la industria del café en Puerto Rico, han venido observando en estos últimos años los resultados de la implantación de colmenares en las regiones productoras de café de la Isla, y algunos de estos observadores han llegado a la conclusión de que estos cafetales producen menos cosecha desde que se generalizó la apicultura. Para investigar este asunto se efectuó el experimento siguiente: Se construyó a veinte metros de distancia del colmenar una jaula de cheese-cloth (tela que se usa para cubrir las plantaciones de tabaco) en la cual fueron encerradas completamente ocho matas de café; mientras que en otra jaula se encerraron sólo parcialmente otras tantas matas, dejando sin enjaular diez matas. El objeto de la primera jaula era evitar que las abejas se acercaran a las flores y ver si de esta manera éstas cuajaban en mayor número. En la otra jaula (formada por sólo dos paredes y el techo), los cafetos quedaban bajo condiciones artificiales; pero sin excluir las abejas. Las jaulas fueron construidas antes de que abriera el primer capullo, y permanecieron en buenas condiciones hasta que se abrió el último. Se contaron las flores que cada cafeto produjo y las bayas que cuajaron.
En los cafetos enjaulados que no fueron visitados por las abejas cuajaron 69 bayas en cada cien flores; en los cafetos enjaulados pero visitados por las abejas, cuajaron el 70 por ciento; en los cafetos fuera de las jaulas cuajaron el 70 por ciento de dichas bayas.
Al interpretar los resultados del experimento hay que tomar en consideración que la jaula excluía las abejas; pero no los otros insectos que abundan en los cafetales. Dentro de la jaula se multiplicaron extraordinariamente los áfidos o pulgones del café (Toxoptera aurantiae, Boyer) y las moscas sírfidas cuyas larvas se alimentan de los áfidos (Baccha clavata, Fabricius). También abundaban dos especies de hormigas (Solenopsis gemínata, Fabricius y Pseudomyra flavidula delicatula, Forel). El hecho de que en los cafetos enjaulados el porcentaje de flores que cuajaron fue menor que en los no enjaulados, prueba que las abejas no son responsables de la pérdida de las flores.
Puede, por lo tanto, asegurarse que la apicultura, lejos de ser una amenaza para la industria del café, constituye un medio eficacísimo para convertir en pesos y centavos ciertos productos de la finca propia y aun de la de los vecinos y que de otra manera se perderían. (F.Seín, Jr.).
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